Formación del Sistema Solar
Resulta imposible hablar del origen de La
Tierra sin hacer referencia previa a la formación de nuestro Sistema Solar.
Todo comenzó con una nube de gas y polvo, que producto de una perturbación
comenzó a concentrar una importante cantidad de material en un punto específico
de su interior. La fuerza gravitacional de esta zona comenzó a actuar sobre los
distintos materiales que formaban la nube, aumentando tanto su masa como su
fuerza de gravitación. Este proceso produjo que la nube se contrajera e
iniciase un movimiento de rotación, que conforme aumentaba la contracción
gravitacional aumentaba su intensidad. Producto de la rotación se originó un
disco con varios anillos, los que lentamente fueron separándose del centro.
Estos anillos vendrían siendo las órbitas de lo que más adelante serían los
planetas, mientras que el centro es lo que hoy en día conocemos como el Sol.
Los protoplanetas aumentaron su masa y su volumen, gracias a la acumulación de
granos y polvo mediante un sistema de choque y adherencia. Todo este proceso
habría tardado dos mil millones de años.
La Tierra aumentó su tamaño y su fuerza
gravitacional, incrementando progresivamente el número de choques. La energía
cinética que producían estas colisiones se transformó en calor, aumentando
progresivamente la temperatura del planeta. A este proceso se sumó el calor que
generaba la radiactividad, provocando que el material que formaba la masa
terrestre se tornase blande e hiciera que las partículas pesadas, como el
hierro y el níquel, descendieran para formar el núcleo, donde la energía
potencial se transformó en energía calórica.
Formación de la atmósfera
La primera atmósfera se perdió como
consecuencia de las altas temperaturas terrestres y la prolongada acción del
viento solar (esto es, una gran cantidad de partículas emitidas desde el Sol a
gran velocidad). El panorama era el de un planeta rocoso y estéril, sin
atmósfera. Gracias al enfriamiento de la superficie surgieron corrientes
convectivas, que junto con el impacto de los asteroides habrían fracturado la
corteza, favoreciendo la aparición de volcanes. La emisión de gases producto
del volcanismo habría creado nuestra segunda atmósfera.
Cuando comenzó a enfriarse la corteza, el vapor
de agua de la atmósfera se condensó, lo que dio origen a las primeras nubes, que dieron paso a una lluvia que duró miles de años. Inicialmente,
como consecuencia de las altas temperaturas, las gotas no lograban tocar la
superficie, sino que se evaporaban antes. La evaporación contribuyó a acelerar
el enfriamiento hasta alcanzar el punto en donde se originan los primeros tipos
de torrente y, posteriormente, los primeros océanos.
Video sobre el origen de La Tierra
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